20 de Junio de
1820: DIA DE LA BANDERA
EL 20 de junio de 1820 moría en Buenos
Aires Manuel Belgrano en la pobreza extrema, asolado por la guerra civil.
Además de ser el creador de la bandera, Belgrano fue uno de los más notables
economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la
educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre otras
muchas cosas. Las ideas innovadoras de Belgrano quedarán reflejadas en sus
informes anuales del Consulado. Hemos elegido para recordarlo en esta fecha una
de sus preocupaciones centrales en materia económica: el fomento de la
agricultura y de la industria.
Fuente:
Felipe Pigna, Los Mitos de la Historia Argentina, Buenos Aires, Norma, 2004,
págs. 348-350.
Belgrano
desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a
muy poca gente, no desarrollaba la inventiva, desalentaba el crecimiento de la
población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento
de la agricultura y la industria.
El
secretario del Consulado proponía proteger mediante la subvención las
artesanías e industrias locales. Consideraba que “la importación de mercancías
que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus
manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. En Memoria
al Consulado 1802 presentó todo un alegato industrialista: “Todas las naciones
cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a
manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo darles nueva forma, sino
aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”. Y
más tarde insistiría: “Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún
caso suficientes a establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su
socorro la oficiosa industria”.
Las
ideas innovadoras de Belgrano encontraron la firme oposición de los miembros
del Consulado, quienes eran a su juicio “todos comerciantes españoles,
exceptuando uno que otro, que nada sabían más que su comercio monopolista, a
saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho”.
En
un artículo aparecido en el Correo de Comercio, Belgrano destacaba la imperiosa
necesidad de formar un sólido mercado interno, necesario para una distribución
equitativa de la riqueza: “El amor a la patria y nuestras obligaciones exigen
de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos
importantes de la agricultura e industria por medio del comercio interno para
enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede ésta salir del estado
de miseria si no se da valor a los objetos de cambio… Sólo el comercio interno
es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los
capitales y con ellos el fondo de la Nación porque buscando y facilitando los
medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, tanto para el
creado como para el consumidor, de lo que resulta el aumento de los trabajos
útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una
consecuencia forzosa”.
https://www.youtube.com/watch?v=S7Wzwnj8h8Y
Belgrano se había formado en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid, en España. En 1794, asumió como primer secretario del recientemente creado Consulado, desde donde se propuso fomentar la educación. Creó Escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. Se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad durante las invasiones inglesas y fue uno de los más fervorosos defensores de la causa patriota durante la Revolución de Mayo. Fue vocal de la Primera Junta de Gobierno, encabezó la expedición al Paraguay, durante la cual creó la bandera, el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán, Salta y Las Piedras. Luego vendrían las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma y su retiro del ejército del Norte. En 1816 participó activamente en el Congreso de Tucumán.
Sus
incansables preocupaciones abarcaron desde la enseñanza estatal gratuita y
obligatoria, hasta la reforma agraria. Infatigable ante los obstáculos
encontrados a su paso diría: “Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría a
favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares
posponían el bien común. Sin embargo, (…) me propuse echar las semillas que
algún día fuesen capaces de dar frutos”.